viernes, 7 de junio de 2013
lunes, 3 de junio de 2013
Un viaje a Egipto siempre es maravilloso y entre las imágenes que el viajero dejará permanentemente fijadas en su memoria se encuentran la visión del silencioso y extraño Valle de los Reyes y la riqueza y fastuosidad de detalles hallados en la tumba de Tutankamón y conservados en el Museo egipcio del Cairo.
TUTANKAMÓN. El Valle de los Reyes está situado a pocos kilómetros al oeste del curso del río Nilo, próximo a la antigua ciudad de Tebas y a la actual ciudad de Luxor, y está flanqueado por unos altos acantilados y por una entrada larga, estrecha y sinuosa. Fue la necrópolis utilizada por los faraones egipcios del periodo del Imperio Nuevo (1570-1070 a.C), a partir del faraón Amenofis I, con enterramientos provistos de multitud de medidas de protección, que en muchas ocasiones resultaron inútiles ante los profanadores y ladrones de tumbas de los siglos siguientes. La primera tumba descubierta, en 1817, fue la Seti I, aunque el hallazgo de su momia, junto la de otras 39 momias reales hubo de esperar a 1881. A partir de entonces se descubrieron varias docenas de tumbas, aunque la más popular y valiosa fue, en 1922, la del faraón Tut Anj Amón (c. 1334-1325 a.C.), o Tutankamón, que se había salvado del saqueo completo. Aunque había sido robada dos veces, la tumba todavía contenía más de 5.000 artículos enterrados con el joven faraón, que había reinado en el siglo XIV a.C. y había devuelto la estabilidad al reino, con la restauración del culto a Amón, abandonado con Ajnatón. Más aún, con Tutankamón, Tebas, la ciudad sagrada de Amón, de nuevo se convirtió en la capital de Egipto.
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