viernes, 12 de abril de 2019



Ya estaba acostumbrada o resignada a ese orden lógico de vivir con la tranquila prolijidad de que las cosas estén en su lugar correspondiente.
Aprendí, como aprendieron todos, a llorar llorando para adentro, así nadie corre el riesgo de que un rayo de sol toque la lágrima.
No es cómodo encontrar una lágrima debajo de la servilleta y tener que pensar en su motivo: eso arruinaría la ya difícil digestión de un hombre preocupado por su trabajo y sus cosas permanentemente.
Aprendí, como aprendieron todos, a no reírme sola mientras voy caminando por la calle.
Tiene que haber compañía para que la risa no parezca una piedra lanzada al rostro de quién te ve reírte.
No es cómodo para nadie encontrarse de pronto y sin aviso con una risa suelta...
Esa desafinada nota de cristal que recorre el aire, hace que las cadenitas ajusten las gargantas, que los maletines pesen una tonelada, que las agujas de los relojes pinchen como espinas y que las plazas se vuelvan totalmente visibles.
¿Acaso no pasaste nunca por delante de una plaza invisible?
Cuantas veces el dolor, el apuro, la rutina, han hecho que cruzara por una plaza sin darme cuenta, sin siquiera levantar la mirada para ver la copa de los árboles, sin oler la fragancia de tierra húmeda, a verde refrescado, después de la lluvia.
En el estricto orden de las cosas, todo lo fui perdiendo, o casi todo. Hasta las ganas de decir.
Por eso me hizo bien encontrarte. Hacía tanto tiempo que no me aceleraba el corazón... Prometiste volver, quién sabe cuando. Siempre hemos estado des pidiéndonos. . .
¿Desde hace cuántos años?
Siempre fijando una fecha lejana para el próximo encuentro. Pero no importa porque siempre estuviste ahí, hoy me reí caminando sola por la calle, hoy miré uno por uno los árboles de la plaza y hasta charlé en voz alta con el aire liviano de la tarde, repitiendo palabras como sueño y esperanza. Y todo, todo se fue desordenado:
tengo palpitaciones, ya no se rompen las copas al lavarlas, de cada cajón que abro sale una nube de mariposas anaranjadas, amarillas, blancas... no se me caen las llaves al tratar de colocarlas en el hueco de la cerradura...
También estuve llorando, por haber sido cómoda, por haberme resignado tanto, por haber permitido que me hiciera efecto la anestesia de la convivencia.
Gracias por el encuentro.
Gracias por haber sido la única persona que se dio cuenta
de que tenía la mirada triste...

jueves, 11 de abril de 2019

miércoles, 10 de abril de 2019

" Algún día te darás cuenta de que hay una razón
para cada persona que has conocido.
Alguien te pondrá a prueba ... alguien más te usará ...
alguien más te enseñará algo y
alguien sacará lo mejor de ti.y alguien será inolvidable para ti el resto de tu vida...

martes, 9 de abril de 2019

las locas amamos con el alma por que la cabeza la mayoria de las veces no nos responde  pero con el alma el amor es mas fuerte mas intenso, pero la cabeza es una irresponsable  no olvida  muchas veces es un sufrimiento pero asi somos las locas y yo soy una de ellas

lunes, 8 de abril de 2019

Si el sonido de los corazones rotos fuera audible, es probable que se convirtiera en esa banda sonora triste tan habitual en nuestro día a día. Ahora bien, a pesar de que la mayoría ha experimentado esta sensación alguna vez, lo que origina la cardiomiopatía de Takotsubo es algo más delicado, más profundo a la vez que complejo.
Cuando hablamos de problemas cardíacos los asociamos casi de modo automático a los hombres. Si esto es así es por una razón muy sencilla. La hormonas salvaguardan -en cierta medida- el corazón de las mujeres durante gran parte de su vida, haciéndolas más resistentes. Aunque no invulnerables. Sin embargo, a partir de la menopausia esta pequeña barrera defensiva cae y el corazón empieza a ser menos resistente al estrés, a la ansiedad
Muchos de estos enemigos silenciosamente instalados en nuestra mente y nuestro cuerpo van debilitando el tejido emocional. Hasta que un día, solo hace falta una decepción o una mala noticia para que esa tela se rompa del todo.
Se produce la liberación repentina de grandes dosis de catecolaminas, unas sustancias similares a la adrenalina. En el corazón dispara su frecuencia cardíaca hasta producir un pequeño daño en el músculo cardíaco. Una deformidad....

domingo, 7 de abril de 2019

Nunca tengas la cabeza tan alta que te la puedan cortar, ni tan baja que te la puedan pisar. Aprende a ser lo suficiente humilde para evitar que la arrogancia te ciegue pero lo bastante digna para no permitir que te humillen.
un chaman me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella...