
Cuando el apache toma el camino de la guerra, todo cambia .. su conciencia se vuelve aun más escrupulosa, su modo de sentir el peso de la vida es distinto: está en guerra. Cabalga de otro modo y de otro modo escoge los senderos. Es como si fuera otro. Habita la mirada de otra forma y de otra forma escoge las palabras que nombran lo que ahora tiene importancia. El rayo anuncia lo que aun se ha de cumplir y el trueno lo que ya ha pasado, pero él debe saber reconocer ese instante preciso en el que hay que gritar.. Ahora. Así lo explica el jefe Jerónimo.
El apache, para que se le admita como guerrero, tiene que haber ido cuatro veces distintas por el sendero de la guerra con los de su tribu. Y durante esas cuatro guerras esta severamente obligado: pero, de entre todas sus obligaciones, la más importante es aprender a conocer los nombres sagrados de todas cuantas cosas tienen que ver con la guerra. Eso explica el jefe Jerónimo. Que para poder hacer la guerra debe saber cerrar el puño alrededor del nombre secreto de cada cosa, y armarse de este modo con su poder para enfrentarse al ignorante. Eso sabe el apache acerca de lo que el blanco llama poesía: sabe lo que saben quienes cabalgan con ella, con calma, como una fuerza tranquila que avanza a pecho descubierto.
Tal vez fuera ese el sentido del gesto que el viejo jefe le dirige al vaquero, en el final de aquella película. Cuando el viejo jefe está ya recluido en la reserva y cruza su mirada con la del vaquero que se aleja buscando la pradera, levanta un puño suavemente cerrado, como si cobijara un pequeño pájaro herido y se miran ambos entonces, gravemente. Aléjate, hermano , dice la mirada: ni siquiera sabes si tu nombre es tu nombre de verdad. Cuando naciste nadie reparó en que una nube roja cruzo el cielo, en que un toro se sentó a la puerta del tipi, en que un caballo parecía haberse vuelto loco. Aléjate, hermano , eso parecía decirle aquella mirada desde el lugar secreto de todas las fatigas de quien ha tomado muchas más de cuatro veces el sendero de la guerra. Aléjate los de tu raza se han condenado a habitar para siempre una tierra que no existe, en algo como esa distancia que separa al rayo del trueno. Han escogido ese camino donde siempre es de noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario