Una rosa primorosa,
fue perdiendo su hermosura.
La fragancia de su aroma,
su suavidad, su frescura.
Cambió su color intenso,
por la oscuridad más ruda.
Vistiendo de color negro,
sus pétalos de ternura.
Una rosa primorosa,
fue perdiendo su pureza.
Haciendo de sus espinas,
el arma más dolorosa.
Quiso proteger su alma,
volviéndose dura, tosca.
Haciéndose una coraza,
de maraña y hiedra orea.
Una rosa primorosa,
dejó de sentirse rosa.
Y convirtió su existencia,
en una cruel paradoja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario