con tu cuerpo
revoltoso
cubriéndome de algas
o de pececillos
despistados
que resbalan entre mis
dedos
como tu espuma blanca,
como el canto melifluo y
sincopado
de tus risas y de tus
quejas.
Me sumerjo en ti
y me mandas tu mensaje
de caracolas lejanas,
o me golpeas duramente con
tus olas
zarandeando mis
silencios
que quieren esconderse
del otro lado del inicio
del levante.
A veces me arrastras,
me llamas desde tus
corrientes
escondidas y falaces
susurrándome con tus
resacas
promesas de sirenas y
jardines
mar adentro...
Y a veces estoy a punto de
creerte.
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