
lunes, 21 de julio de 2014
lugar: una Carretera
Un hombre estaba parado a la orilla de la carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche pidiendo autoestop a la vez que caía una terrible tormenta. Pasó un tiempo pero nadie se paraba. La tormenta era tan fuerte que apenas si se alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia. De pronto observa como un extraño coche se acercaba lentamente y al final se detuvo. El señor, por lo precaria de su situación sin dudarlo y rápidamente, se subió al coche y cerró la puerta. Volteó y se dio cuenta con asombro y horror de que nadie iba manejando el coche.
El coche arrancó suavemente. El tipo miró hacia la carretera y vio con terror que mas alante había una curva Asustado, comenzó a rezar e implorar por su salvación, al advertir su trágico destino. El tipo no había terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, entró una mano tenebrosa por la ventana del chofer y movió el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado del terror y sin aliento, cerró sus ojos, se aferró con todas sus fuerzas al asiento, e inmóvil e impotente vio cómo sucedía lo mismo en cada curva del tenebroso y horrible camino, mientras la tormenta aumentaba su fuerza. El tipo, sacando fuerzas de donde ya no quedaban, se bajó del coche y se fue corriendo hasta el pueblo más cerca.
Deambulando y todo empapado, se dirigió a una cantina que se percibía a lo lejos. Entró y pidió un ron doble, temblando aún empezó a contarles a todos la horrible experiencia que acababa de vivir. Se hizo un silencio ante el asombro de todos los presentes. El miedo y la zozobra asomaron por todos los rincones del lugar.
Al rato llegaron dos negros todos mojados y jadeantes, quienes se quedaron observando a los presentes y, al notar la presencia del hombre del cuento, uno de los recién llegados se dirigió al otro y dijo:
''Mira Juan, allá está el coño etupido que se subió al coche
cuando lo veníamos empujando'

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