Las personas casi siempre no son lo que parecen. Son como botellas de vino espumoso, que una vez que las abres y pierden el gas, se quedan sin nada.
A simple vista te deslumbran. Con sus fotos, con su ropa, con sus sonrisas. Con sus puestos o sus seguidores. Pero si te paras un instante, si te tomas el tiempo necesario para ver más allá, para mirar dentro, te das cuenta de que son solo fachada.
Al otro lado no hay nada, y es una pena. El saber que dedicaron toda su vida a pintarse por fuera y se olvidaron de regarse por dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario