Ayer hablé con Dios
Le hablé de ti, le conté lo mucho que me acompañas, de lo mucho que compartes conmigo mis penas y alegrías, lo mucho que me reconfortas y haces que vea mi realidad sin ojos pesimistas.
Le hablé de ti, de lo mucho que te esfuerzas a diario, de lo mucho que te dejas de lado, por hacer las cosas que son mejores para los que te rodean.
Le hablé de ti, de lo mucho que pides por otros, dejándote a veces demasiado de lado, sin importarte que tus necesidades queden sin cubrir.
Le hablé de ti y de tus sueños, que muchas veces son los míos, que quieres estar bien.
Le hablé de ti, que quiero que seas feliz, que no importa el sacrificio que haya que hacer por lograrlo, lo que yo soy está disponible y lo entrego para que sea así.
Le hablé de ti, porque estarás solo tal vez, y que no importa la distancia que haya entre nosotros, siempre habrá un lugar que deberá dejar vacío, para que al momento del juicio, nos hagamos compañía y nos demos fuerza ante su decisión.
Le hablé de ti, para que te vea siempre con buenos ojos, para que siempre premie tu esfuerzo
Le hablé de ti, le pedí que nunca te deje, que siempre te guíe, que siempre te reconforte, que siempre te premie, que siempre llene tu corazón, que siempre te dé felicidad y que siempre te haga recordar mi nombre y el de la gente que te quiere.
Le hablé de ti... y de mí.
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