lunes, 26 de agosto de 2013

Esto debe ser una de las cosas que más me costaron y dolieron. Es rarísimo estar inmerso en un mundo de sentimientos que van y vienen de manera desenfrenada dentro mío. Hay cosas que creí que no volverían a pasarme, porqué creí saber mucho acerca de esto del amor. Creí saber lo suficiente como para no equivocarme. Sin dudas es evidente que tengo que aprender que en esto del amor las experiencias a veces no sirven de mucho. Uno vuelve a caer otra vez en los mismos juegos. En las mismas trampas. Y lo peor de todo, que sumado al dolor de eso se suman el dolor de sentirse una idiota. Quisiera decirte tantas cosas a la cara. Pero lamentablemente no me queda otra que plasmar mis palabras en un papel que no entiende bien lo que pasa. Quizás critiques el medio. Pero la única razón es porqué no podría hacerlo de otra forma. Si tal vez me vieras ahora lo entenderías, o mejor aún si te dignaras a pensar el porque Yo soy siempre la que aconseja a todo el mundo en temas de amor. Conozco miles de situaciones diferentes. Algunas que me tocaron vivir a mí, y situaciones que particularmente me hicieron tocar a veces no sé si el fondo, pero era demasiado hondo para mí. Otras que le han pasado mis amigas y amigos. Y nunca termino de sorprenderme. Pero ahora me toca decir todas esas cosas que dije a toda esta gente a la persona más dificil y en la situación más dificil: a mi misma Es que no tengo ahora con quién hablarlo. Tal vez por orgullo. Y quizás también por vergüenza. Es evidentemente que algo se nota en mí, no puedo taparlo todo. No logro entender como funciona exáctamente el universo, pero sí se que hay algo que me cuida y me pone cerca mucha gente que me sirve de contención y de ayuda. Hoy más que nunca estoy rodeado de mis amigos. Más que nunca me preguntan que me pasa. Que dónde dejé esa alegría repentina. Donde dejé el brillo de mis ojos. Donde dejé las ganas. Porque dejé de ir a verte. Duele tener que mentir cuándo me preguntan ¿cómo estás?, aún sabiendo la obvia respuesta. “Muy bien,Digo con mi mejor cara de salame, sabiendo que no puedo disimular este dolor que a veces creo que me parte en dos. Pero mucho más duele saber que ellos se dan cuenta que es casi todo lo contrario. Pero así son las reglas. Y así es la agonía. Siempre dije: prefieron un dolor agudo y corto, a uno largo y suave. Es como cuando te revientas un granito, y que los médicos te dicen haz un esfuerzo y aprietá hasta que salga la raíz… El dolor es increíble hasta que algo salta, y todo finalmente termina. Quedan unos días hasta que la herida finalmente cicatriza… y podés seguir adelante. Así que estoy a punto de hacer con esta carta. Sacar la raíz, apretar hasta que salte. No creo que vaya a morir… y la prueba será que estés leyendo estas palabras, así que no deberías preocuparte . Solo estoy tratando de hacerme más fuerte. Ya te imagino leyendo esto y asintiendo y diciéndome “viste porque sabés mejor que nadie de lo que hablo. Pero no. No te equivoques. Ser fuerte no significa volverme una insensible”, o más “fría. Esto a mi criterio es volverse una cobarde. Qué es muy distinto a ser fuerte. Yo podré ser muchas, pero no creo que un cobarde. Siempre digo: “Hey… la vida sigue, el planeta sigue dando vueltas, no te podés quedar ahí sentado mientras tanto porqué estás mal”. Cuando nos conocimos fue una de las primeras cosas que te dije. Alla cuando eramos amigos, tu buen amigo que siempre intentaba de alguna manera hacerte cambiar las tontas decisiones que tomabas porqué sí. Es difícil seguir andando cuándo estás atado a algo y eso que te ata resulta ser algo que amas con más fuerza de las que tienen tus piernas para caminar hacia adelante. Parecía tan fácil decirlo desde afuera y me daba algo de bronca cuando quien me pedía un consejo, no me hacía caso. Ahora aprendí que tendré que tener cuidado la próxima vez que diga esto. No es tan fácil. Pero bueno, en honor a lo que enseñé a muchos, tendré que sacar esas fuerzas. No sé de donde. Una forma fácil de hacerlo sería inyectando algo de bronca, odio e ira. Sería más fácil… claro que sí. Pero sería una actitud cobarde y deshonesta. Y creo que dije que eso es algo que no soy. Así que tampoco puedo hacer eso. Es cierto que las palabras condenan. ¿Sabes algo? Voy a tratar de salir de esto sin mentir a nadie. Ni a la gente que me rodea, ni a ti y ni a mí. No voy a salir a decir que no te amo, porqué es mentira. Y ya me mentí conmigco misma al estar contigo Y así me fue. No más mentiras. No más engaños. Solo verdad. Y que sea tal vez lo que Dios quiera. No voy a decirte que no te extraño, porque no hay un minuto en el que no te cruces por mi cabeza. No voy a decirte que no te necesito. Porqué me haces falta, y tal vez más que nunca hoy. No voy a decirte que no quiero llamarte. Porqué no respiro cada vez que tengo el teléfono en mi mano y mis dedos se van solos discando tu número, y no voy a negarte que se me congela la sangre al escuchar la maldita operadora (cero tres cuatro nueve…) y volver a insistir muchas veces… A veces obsesivamente… otras veces desesperadamente. Tampoco voy a decirte que no quiero que me llames. Porqué en lo primero que pienso cuándo suena el teléfono es en tu voz. Para que mentir. Si no puedo. Se me nota. Es algo que no puedo hacer. Dármela de superado es lo más idiota que podría hacer ahora. Tal vez a muchos les funcione odiar para olvidar. Para mi el odio es una forma más de recordar. Así que no sé muy bien hasta donde puede ayudarme alimentar mi orgullo. Pero hay algo más importante que mi puto orgullo: lo que te prometí. Prometí no mentirte. Y eso me juega contra ahora. Me mata. Porque podría salir de esto por el camino más fácil de no haberte prometido algunas cosas. Pero lo hice. Y a pesar de que podría quitar esas promesas con todo el derecho del mundo, no puedo. Porque no te voy a dar la posibilidad de que digas: “Me fallaste”…. Nunca. No es que me arrepienta. No… para nada. Una promete algo cuándo está segura que puede cumplirlo, al menos es lo que trato de hacer. Y si de algo estoy segura es de mi palabra y de mis promesas. De lo que dije esa noche mientras me pedías que no te mintiera como muchos (o todos) los demás lo hicieron antes. De las quinientas cartas que creo escribí estos últimos días, esta es la que va a ir a parar a tus manos. Porqué es la más sincera. Pero también la que más me duele. Porque la verdad, duele a pesar de todo. Más aún si tienes que imaginarla. Peor aún cuando eso que imaginás termina siendo verdad, aún cuándo te dicen que eso que pensaste eran “pavadas”. A veces las pavadas terminan siendo reales. Ojala y algún día entiendas que todo fue verdad. Puedo entender que estés “quemada”. Que te mintieron y te cuesta creer. Te cuesta confiar porqué te traicionaron de la manera más sucia. De la manera más cobarde. Y de la manera más estúpida: delante de tus ojos.

1 comentario:

  1. me gustaria y te lo pido por favor que lo q tengas que decirme me lo digas en privado..esto no es para descargar ira ni rencores gracias mi niño

    ResponderEliminar